Los cambios demográficos –vivimos más y mejor– y la tendencia de las políticas estatales a retrasar la edad de jubilación han incrementado la diversidad de los escenarios institucionales y están obligando a las organizaciones a replantear su estructura y dinámicas para garantizar la convivencia y la calidad de las relaciones intergeneracionales, así como el intercambio de conocimientos entre los trabajadores jóvenes y quienes tienen mayor experiencia y edad.
En el contexto específico de las universidades españolas, actualmente cohabitan diversas generaciones de profesorado de acuerdo con su edad cronológica, pudiendo identificarse a los llamados los baby boomers (nacidos entre 1948 y 1966), la generación X (nacidos entre 1967 y 1982), la generación Y, también llamada de los millennials (nacidos entre 1983 y 1998), y la generación Z (nacidos después del 1999). Las relaciones y el aprendizaje intergeneracional es un tema relevante en las instituciones de educación superior, donde la propia dinámica social y cultura institucional, el sistema de acceso y el aprendizaje acumulado a lo largo de los años por los académicos condiciona el acceso, la socialización y el relevo generacional, así como las posibilidades de desarrollo del personal. La pérdida del capital intelectual y social, causada por una inadecuada gestión de las personas que integran y conforman la organización, impacta negativamente en el rendimiento de las universidades. Más allá de esta cuestión, los beneficios que aportan las relaciones y el aprendizaje intergeneracional son numerosos y afectan a los individuos (mayor motivación y satisfacción laboral), a los grupos (formación y cohesión) y a la organización (mejora del clima y las relaciones y, mayor cohesión en la cultura).