La demanda por el cambio y el mejoramiento educativo nunca se había posicionado tan fuertemente en la historia de Chile como lo ha hecho durante la última década. El surgimiento de la Sociedad del Conocimiento, sumada a las numerosas revueltas estudiantiles y sociales, han puesto a la educación en el punto de mira de la opinión pública y la agenda política. La Innovación Educativa – entendida como cualquier cambio en los procesos de enseñanza-aprendizaje orientado al mejoramiento educativo – se sitúa como un concepto fundamental en el que los docentes se convierten en pieza clave como agentes de cambio.
Paradójicamente, el sistema educativo ha avanzado hacia un modelo de reformas basadas en estándares que, mientras explícitamente se plantean como un mecanismo que intenta dar mayor autonomía a las comunidades educativas convirtiéndolas en protagonistas de su propio mejoramiento, en realidad, se consolidan como mecanismos rígidos que presionan a los establecimientos y a los docentes a desarrollar su trabajo bajo una racionalidad instrumental. En ese contexto, la dificultad de innovar se vuelve evidente, pues el cambio requiere de profesionales empoderados que logren superar las barreras impuestas por los estándares educativos.
El objetivo de este estudio es identificar, desde una perspectiva sociocrítica y transformativa, la influencia que tienen las relaciones de poder que se ejercen sobre los docentes de escuelas y liceos en Chile y el empoderamiento docente en los procesos de innovación educativa. Entendemos las relaciones de poder como intentos de una persona o institución por controlar las acciones de otros – en este caso, la acción pedagógica de los docentes – y el empoderamiento como el proceso de los docentes para recuperar el control sobre las propias acciones.
Para cumplir con los objetivos, desarrollamos una metodología mixta secuencial y transformativa en dos fases. En una primera fase hemos elaborado Producciones Narrativas con nueve docentes, mediante las cuales conocimos innovaciones educativas propias de su trabajo, las relaciones de poder asociadas y sus formas de empoderamiento y resistencia. Construimos en base a ellas las categorías de análisis para la segunda fase, una encuesta aplicada en escuelas y liceos en Chile, rescatando y enalteciendo así la voz de los docentes.
Los resultados indican que el rol exigido a los docentes por el sistema educativo y sus instituciones dista del que los profesores consideran como ideal. El currículum educativo, las evaluaciones estandarizadas de aprendizaje y los estándares de desempeño docente se han convertido en mecanismos de presión constante para los docentes, y los establecimientos y sus directivos han formado estructuras para transmitir y reproducir esta presión. Así, los docentes consideran la innovación educativa como una resistencia o fuga de esas obligaciones, la cual logran empoderándose individual y colectivamente. Las diversas relaciones de poder y procesos de empoderamiento docente inciden en cómo se desarrollan las innovaciones educativas, en sus orígenes, objetivos, objetos de cambio y sostenibilidad.
Concluimos que para orientar el cambio educativo en una dirección adecuada y sostenible debe haber un cambio de estructuras que abarque al sistema, las instituciones, los docentes y la academia. El sistema educativo debe flexibilizar sus estándares para permitir un desarrollo local y contextualizado, mientras que los establecimientos deben generar climas de liderazgo distribuido, confianza y alto sentido de pertenencia. Los docentes necesitan, por su parte, generar mayores procesos de reflexión crítica que les permitan empoderarse sobre su trabajo, y sustentar estos procesos sobre un empoderamiento colectivo mediante estrategias de trabajo colaborativo, asociatividad y colegialidad. Por último, en la academia tenemos la responsabilidad de disminuir la brecha entre la investigación teórica y la práctica educativa, potenciando la investigación participativa y la retribución contextualizada.